A través del tiempo el ser humano ha intentado explicar su existencia, y pareciera que al intentar explicarla y ordenarla sólo ha logrado complicarla. La sabiduría ha cambiado mucho, la búsqueda del ser y la verdad han quedado sumergidas en una peligrosa e incluso perturbadora subjetividad, pero ¿no la filosofía es el arte de formar, de inventar y de fabricar conceptos?; le llamaríamos arte meramente por su característica creadora, y ¿no éstos conceptos deberían de delinear de manera ordenada nuestra existencia, de tal forma que nos ayude a comprenderla?. En este ensayo con ayuda de dos autores y algunos más, intentaré explicar cómo la filosofía no complica las cosas, pero las simplifica, mostrándonos el camino hacia las ideas, el mapa, el concepto en su estado de sobrevuelo y como este sobrevuelo puede ser capturado en el objeto artístico. El filósofo es un especialista en conceptos y el artista es un especialista en sensibilia. “A decir verdad, las ciencias, las artes, las filosofías son igualmente creadoras, aunque corresponda únicamente a la filosofía la creación de conceptos en sentido estricto”(Deleuze y Guattari, 11). De esta forma al intentar explicar qué es el arte conceptual tendríamos que entenderlo como un hacer arte con uso de la filosofía o hacer filosofía utilizando los lenguajes del arte.
En su libro ¿Què es la filosofía? Deleuze nos deja muy claro que la filosofía no es contemplación ni reflexión, se cree que se hace un regalo a la filosofía considerándola el arte de la reflexión, pero se le despoja de todo, pues los matemáticos como tales nunca han esperado a los filósofos para reflexionar sobre las matemáticas, ni los artistas sobre la pintura o la música “decir que se vuelven entonces filósofos constituye una broma de mal gusto” (Deleuze y Guattari, 14). De esta forma se vuelve a plantear una especialización de los campos del hacer y del pensar, y si la filosofía lo que hace son conceptos, ¿qué es lo que hace el arte conceptual que no hace la filosofía?.
Para poder explicar esto primero tenemos que explicar qué es un concepto; no hay concepto simple. Todo concepto tiene componentes y se define por ellos. Se trata de una multiplicidad, aunque no todas las multiplicidades sean conceptuales, “Todo concepto tiene un perímetro irregular, definido por la cifra de sus componentes” (Deleuze y Guattari, 21). Por este motivo desde Platón a Bergson, se repite la idea de que el concepto es una cuestión de articulación, de repartición, de intersección. Forma un todo porque totaliza sus componentes, pero un todo fragmentario. Sólo cumpliendo esta condición puede salir del caos mental que le acecha incesantemente.
De esta manera ordenada y articulada intentaré explicar el concepto de el Otro. Así como los griegos tuvieron la necesidad fundamental de inventarse un pasado para explicar su presente, el Otro es creado para explicar al Ser, como una especie de espejo sin el cual no nos podríamos ver y reconocer, es así como a través de el Otro podremos acercarnos a comprender el concepto en sí. “Efectivamente, si lo identificamos con un objeto especial, el Otro ya no es más que el otro sujeto tal como se me presenta a mí; y si lo identificamos con otro sujeto, yo soy el Otro tal como me presento a él. Nos encontramos aquí metidos en un problema que se refiere a la pluralidad de sujetos, a su relación, a su presentación recíproca”(Deleuze y Guattari, 30). En el momento en el que podemos pensar en un “objeto” como concepto, este comienza a existir en diferentes planos, el físico y los que su multiplicidad conceptual le permite, estos planos es lo que Deleuze le llama mundo posible, “El Otro es un mundo posible, tal como existe en un rostro que lo expresa, y se efectúa en un lenguaje que le confiere una realidad” (Deleuze y Guattari 24). En este sentido, constituye un concepto de tres componentes inseparables: mundo posible, como estas conexiones que atañen a otros conceptos en el mismo plano, rostro existente, como la totalidad y sus perímetros y el lenguaje real o la palabra.
En este punto Platón enseña lo contrario de lo que hace: crea conceptos pero necesita plantearlos de forma que representen lo increado que les precede. Introduce el tiempo en el concepto, pero este tiempo tiene que ser el Anterior. Los planos hay que hacerlos y los problemas plantearlos, del mismo modo que hay que crear los conceptos. Por supuesto, los conceptos nuevos tienen que estar relacionados con problemas que sean los nuestros, con nuestra historia y sobre todo con nuestros devenires. “Pero ¿qué significan conceptos de nuestra época o de una época cualquiera? Los conceptos no son eternos, pero ¿se vuelven acaso temporales por ello? ¿Cuál es la forma filosófica de los problemas de la época actual? Si un concepto es <<mejor>> que uno anterior es porque permite escuchar variaciones nuevas y resonancias desconocidas, porque efectúa reparticiones insólitas, porque aporta un Acontecimiento que nos sobrevuela” (Deleuze 33). Y sólo así se nos permite seguir siendo platónicos, cartesianos, kantianos hoy en día, es porque estamos legitimados para pensar que sus conceptos pueden ser reactivados en nuestros problemas e inspirar estos conceptos nuevos que hay que crear. De esta forma que demuestra que el quehacer artístico-filosófico no es repetir únicamente lo que dijeron los “grandes”, si no mas bien hacer lo que hicieron, porque en el hacer esta el crear y el crear reside el arte.
Si únicamente a través del Otro se puede explicar el ser, y el concepto siempre tiene un devenir que atañe en este caso a unos conceptos que se sitúan en el mismo plano, me parece entonces apropiado pensar que la filosofía en realidad no complica las cosas, las conecta, las relaciona y las teje de manera neuronal, y es de la misma manera como funciona el discurso filosófico. Ahora bien la conceptualización del arte no fue algo que pasó del día a la mañana, aunque se considera que se originó en los años sesenta como una reivindicación en contra del formalismo, me gustaría hacer notar que comenzó mucho antes en 1913 cuando Marcel Duchamp incorporó a una exposición una rueda de bicicleta montada en un banco, o en 1917 otro infame “ready-made”, un urinal de porcelana titulado la fuente. Fueron reflexiones como estas las que sacudieron los cimientos conceptuales del arte, cuestionando su función, y haciendo hincapié en su condicionamiento al objeto artístico. Este “nuevo arte” exige que el artista ya no solo se dedique a crear imágenes y objetos estéticos por su composición formal, ahora, con el uso de la filosofía como lenguaje, dibuja con ideas en el plano de inmanencia, donde se manifiestan las singularidades, y solo así, a partir de esta especie de boceto conceptual, se le atribuye un rostro (una figura) a un concepto, y de esta manera se rostrifica un precepto (bloque se sensaciones) en un mundo posible. Es como si el arte conceptual hiciera un corte en el devenir del concepto y lo congelara en un objeto, haciendo uso de dos lenguajes al mismo tiempo, la filosofía y el arte.
“Y aún cuando los métodos son muy diferentes, no sólo según las artes sino según cada autor, se puede no obstante caracterizar grandes tipos monumentales, o <variedades> de compuestos de sensación” (Deleuze y Guattari, 169). Es así como el arte se convierte en un dispositivo para el devenir, para romper con la certeza y crear reflexiones a partir de conceptualizar. Hace falta que el artista cree los procedimientos y los materiales sintácticos o plásticos necesarios para rostrificar el devenir de un concepto. Se podría decir que la estética Deleuziana habla no sólo de una experimentación del arte sino de un devenir mas espontáneo, una mirada indiferente que le exige tanto al espectador como al artista, profundizar en esa configuración de preceptos de una manera móvil, adaptable, espontánea y a mi parecer, educada, tanto en el ámbito del conocimiento histórico como en el del entrenamiento mental.
Sólo queda decir que el verdadero reto al que se enfrenta el artista conceptual es el de crear piezas que se sostengan por sí mismas, y no hablo de sostenerse en pie o de tener un arriba y un abajo, no es estar derecho, sino únicamente es el acto mediante el cual el compuesto de sensaciones creado se conserva en sí mismo, es cuando el boceto que el artista dibujo en el plano de inmanencia se mantiene en el objeto, y de esta manera, a través de la conexión conceptual, se vuelve accesible al espectador. Se pinta, se esculpe, se compone, se escribe con sensaciones. Pero son las sensaciones son las que abren la puerta al concepto, es en el arte conceptual donde el plano de composición es el plano de inmanencia, donde se dibuja, se esculpe, se pinta y se escribe no con ideas sino con conceptos.
Bibliografia
Deleuze, Guilles. Guatarri, Félix. ¿Que es la filosofía?. Barcelona 2005 Impreso
Barthes, Roland. El grado cero de la escritura. Buenos Aires 2015 Digital
Buchloh, Benjamin. Formalismo e historicidad. Madrid 2004 Impreso.
Fiz, Simón Marchán. Del arte objetual al arte de concepto. Madrid 1990 Impreso.
Heidegger, Martin. El origen de la obra de arte. Madrid 1996 Digital.
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